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ademàs de otras referencias religiosas, como la función del bautismo, el demonio. El clero, el rezo del Padre nuestro y del Ave María, el tema de Lutero y Erasmo, el tema del Islan, la fe católica, la oración, las virtudes cristianas, los monjes, Los muchos aspectos de la religión en el Quijote. Dios, los religiosos, pues se dice que D. Quijote llevaba de contino uno., tambíen el rezo del Rosario, todo ello y mucho más se encuentra en el Quijote
DON FERNANDO JURÁNDOLE A DOROTEA ANTE EL CRISTO QUE SE CASARÍA CON ELLA.
CAPITULO XXIX. QUE TRATA DEL GRACIOSO ARTIFICIO Y ÓRDEN QUE SE TUVO EN SACAR Á NUESTRO ENAMORADO CABALLERO DE LA ASPERÍSIMA PENITENCIA, EN QUE SE HABIA PUESTO.
1.-NUMERO 46.
2.-LOCALIZACION. Cap. 29, Parte I. Pág.43-44 T.II
3.-TEXTO.
4.-COMENTARIO.
DOROTEA ES DESCUBIERTA POR EL BARBERO Y EL CURA.
3.-TEXTO.
«…Esta es, señores, la verdadera historia de mi tragedia… en fin, señora ¿que tú eres la hermosa Dorotea, la hija única del rico Clenardo?…¿y quien sois vos, hermano, que así sabeis el nombre de mi padre?…
Soy, respondió Cardenio, aquel que sin ventura, que segun vos, señora, habeis dicho, Luscinda dixo que era su esposo…pues siendo verdad, como creo que lo es , lo que aquí habeis contado, aun podrá ser que á entrambos nos tuviese el cielo guardado mejor suceso en nuestros desastres...porque presupuesto que Luscinda no puede casarse con Don Fernando por ser mia, ni Don Fernando con ella por ser vuestro,…bien podemos esperar que el cielo nos restituya lo que esnuestro...que yo os juro por la fe de caballero y de christiano, de no desampararos hasta véros en poder de Don Fernando, y que quando con razones no le pudiere atraer á que conozca los que os debe, de usar entonces la libertad que me concede el ser caballero, y poder con justo título desafialle en razón de la sinrazon que os hace, sin acordarme de mis agravios,cuya venganza dexaré al cielo, para acudir en la tierra a los vuestros...
EL CURA EL BARBERO Y SANCHO.
«En esto oyéron voces, y conocieron que el que las daba era Sancho Panza, que por no haberlos hallado en el lugar donde los dexó, los llamaba á voces…saliéronle al encuentro, y preguntándole por Don Quixote, les dixo como le habia hallado desnudo en camisa…suspirando por su Señora Dulcinea…y…que estaba determinado de no parecer ante su fermosura fasta que hobiese fecho fazañas, que le ficiesen digno de su gracia, y que si aquello pasaba adelante, corria peligro no venir á ser Emperador…, ni aun Arzobispo que era lo menos que podía ser.
El Licenciado le respondió que no tuviese pena, que ellos le sacarían de allí, mal que le pesase. Contó luego á Cardenio y á Dorotea lo que tenían pensado para remedio de Don Quixote…: á lo qual dixo Dorotea que ella haría la doncella menesterosa…Pues no es menester mas, dixo el Cura,…pero el que mas se admiró fué Sancho Panza,…y así, preguntó al Cura con grande ahínco, le dixese quien era aquella tan fermosa señora, y que era lo que buscaba por aquellos andurriales.
DOROTEA ES PRESENTADA A SANCHO COMO LA PRINCESA NICOMICONA.
Esta hermosa señora, respondió el Cura, Sancho hermano, es como quien no dice nada, es la heredera por línea recta de varon del gran Reyno de Micomicón , la qual viene en busca de vuestro amo á pedirle un don, el qual es que le desfaga un tuerto, ó agravio que un mal gigante le tiene fecho, y á la fama que de buen caballero vuestro amo tiene por todo lo descubierto de Guinea, ha venido á buscarle esta Princesa;….
Pero una cosa quiero suplicar á vuestra merced entre otras, señor Licenciado, dixo Sancho y es que porque á mi amo no le tome gana de ser Arzobispo, que es lo que yo temo, que vuestra merced le aconseje que se case luego con esta Princesa, y así quedará imposibilitado de recebir órdenes arzobispales y vendrá con facilidad á su Imperio, y yo al fin de mis deseos: yo he mirado bien en ello, y hallo por mi cuenta, que no me está bien, que mi amo sea Arzobispo, porque yo soy inútil para la Iglesia, pues soy casado, y andarme ahora á traer dispensaciones para poder tener renta por la Iglesia, teniendo como tengo muger y hijos, sería nunca acabar: asi que señor todo el toque está en que mi amo se case luego con esta señora, que hasta ahora no se su gracia , y así no la llamo por su nombre.
Llámase respondió el Cura, la princesa Micomicona porque llamándose su Reyno Micomicon, claro está que ella se ha de llamar así…
DON QUIJOTE ES DESCUBIERTO YA VESTIDO PERO NO ARMADO.
Tres cuartos de legua habrían andado, quando descubrieron á Don Quijote entre unas intricadas peñas, ya vestido, aunque no armado, y así como Dorotea le vió, y fue informada de Sancho que aquel era Don Quixote, dió del azote á su palafrén siguiéndole el bien barbado Barbero, y en llegando junto a él, el escudero se arrojó de la mula y fué á tomar en los brazos á Dorotea, la qual, apeándose con grande desenvoltura , se fuè á hincar de rodillas ante las de Don Quixote, y aunque él pugnaba por levantarla, ella sin levantarse, le fabló en esta guisa : de aquí no me levantaré, ¡oh valeroso y esforzado caballero!, fasta que la vuestra bondad y cortesía me otorgue un don..
.Yo vos le otorgo y concedo ,respondió Don Quixote,…Y estando en esto se llegó Sancho Panza al oido de su señor y muy pasito le dixo: bien puede vuestra merced, señor, concederle el don que pide, que no es cosa de nada : solo es matar á un gigantazo, y esta que lo pide es la alta princesa Micomicona, Reyna del granReyno Micomicón de Etiopia.
LA PRINCESA NICOMICONA ES PRESENTADA A DON QUIJOTE.
Sea quien fuere , respondió Don Quixote, que yo haré lo que soy obligado, y lo que me dicta mi conciencia, conforme a lo que profesado tengo…y así podeis, señora, desde hoy mas desechar la melancolia que os fatiga…que con el ayuda de Dios, y la de mi brazo, vos os vereis pronto restituida en vuestro Reyno...y mandó á Sancho le armase luego al punto…y viéndose armado dixo: vamos de aquí en el nombre de Dios á favorecer esta gran señora…
Luego subió Don Quixote sobre Rocinante, y el Barbero se acomodó en su cabalgadura, quedándose Sancho á pie,…mas todo lo llevaba con gusto, por parecerle que ya su señor estaba puesto en camino, y muy á pique de ser Emperador…y por lo ménos Rey de Micomicon: solo le daba pesadumbre el pensar que aquel Reyno era en tierra de negros: á lo qual hizo luego en su imaginación un buen remedio, y díxose á sí mismo: que se me da á mi que mis vasallos sean negros ¿ habrá mas que cargar con ellos y traerlos á España, donde los podré vender, y adonde me los pagarán de contado, de cuyo dinero podré comprar algun Título, ó algun oficio con que vivir descansado todos los dias de mi vida? No sin dormios, y no tengais ingenio, ni habilidad para disponer de para vender treinta, ó diez mil vasallos en dácame esas pajas: par Dios que los he de volar chico con grande, ó como pudiere, y que por negros que sean, los he de volver blancos, ó amarillos: llegaos que me mamo el dedo …
Todo esto miraban de entre unas breñas Cardenio y el Cura; y no sabian que hacerse para juntarse con ellos; pero el Cura que era un gran tracista, imaginó luego lo que harian para conseguir lo que deseaban, y fué que con unas tixeras que traia en un estuche, quitó con mucha presteza la barba á Cardenio, y vistióle un capotillo pardo que él traia…y quedó tan otro de lo que nántes parecia Cardenio…
EL CURA EL BARBERO DOROTEA Y COMPAÑÍA SALEN DE LA SIERRA.
En efeto ellos se pusieron en el llano á la salida de la sierra y así como salió della Don Quixote y sus camaradas, el Cura se le puso á mirar muy despacio, dando señales de que le iba reconociendo…y diciendo á voces: para bien sea hallado el espejo de la caballería…y diciendo esto tenía abrazado por la rodilla de la pierna izquierda á Don Quixote…y al fin le conoció y quedó como espantado de verle, y hizo grande fuerza por apearse mas el Cura no lo consintió, por lo qual Don Quixote decía: déxeme vuestra merced, señor Licenciado, que no es razón que yo esté a caballo, y una tan gran reverenda persona como vuestra merced esté á pie.
Eso no consentiré yo en ningun modo dixo el Cura, estése vuestra grandeza á caballo…que á mi aunque indigno Sacerdote, bastaráme subir en las ancas destas mulas de estos señores que con vuestra merced caminan…
Respondió Don Quixote, yo sé, que mi Señora la Princesa será servida por mi amor de mandar á su escudero dé á vuestra merced la silla de su mula, que él podrá acomodarse en las ancas, si es que ella las sufre.
Sí sufre, á lo que yo creo, respondió la Princesa, y también sé que no será menester mandárselo al señor mi escudero, que él es tan cortes, y tan cortesano, que no consentirá que una persona eclesiástica vaya á pie, pudiendo ir á caballo.
Así es, respondió el Barbero, y apeándose en un punto, convidó al Cura con la silla… y fué el mal, que al subir á las ancas el Barbero, la mula que en efeto era de alquiler, que para decir que era mala esto basta, alzó un poco los cuartos traseros,y dió dos coces en el ayre, que á darlas en el pecho de maese Nicolas, ó en la cabeza, él diera al diablo la venida por Don Quixote…
EL ENSALMO DEL CURA.
Don Quixote como vió todo aquel mazo de barbas sin quixadas y sin sangre, léxos del rostro del escudero caido, dixo: vive Dios que es gran milagro este, las barbas le ha derribado y arrancado del rostro, como si las quitaran á posta.
El Cura que vió el peligro,…acudió luego á las barbas, y fuése con ellas adonde yacía maese Nicolás dando aun voces tadavía, y de un golpe, llegándole la cabeza á su pecho,se las puso, murmurando sobre él, unas palabras, que dixo que era cierto ensalmo apropiado para pegar barbas…se admiró Don Quixote sobre manera y rogó al Cura que quando tuviese lugar le enseñase aquel ensalmo, que él entendía que su virtud á mas de pegar barbas se debia extender, pues estaba claro, que donde las barbas se quitasen habia de quedar la carne llagada y maltrecha, y que pues todo lo sanaba, á mas que barbas aprovechaba.
Así es, dixo el Cura, y prometió enseñársele en la primera ocasión…y así dexando esto para su tiempo, ruego al señor Licenciado me diga, que es la causa que le ha traido por estas partes tan solo, tan sin criados y tan a la ligera que me pone espanto.
Á eso responderé yo con brevedad, respondió el Cura, porque sabrá vuestra merced, señor Don Quixote, que yo y Maese Nicolás, nuestro amigo y nuestro Barbero, ibamos á Sevilla á cobrar cierto dinero…y no tan pocos, que no pasan de sesenta mil pesos ensayados…y pasando ayer por estos lugares, nos saliéron al encuentro quatro salteadores, y nos quitaron hasta las barbas,…y es lo bueno que es pública fama …que los que nos saltearon son unos galeotes, que dicen que los libertó un hombre tan valiente, que á pesar del comisario y de los guardas los soltó a todos: y sin duda debe ser tan grande bellaco como ellos, ó algun hombre sin alma y sin conciencia…quiso defraudar la justicia, ir contra su Rey y Señor natural..y cargaba la mano el Cura refiriéndola , por ver lo que hacía , ó decía Don Quixote, al qual se le mudaba la color a cada palabra, y no osaba decir que él había sido el libertador de aquella buena gente.
Estos, pues, dixo el Cura, fuéron los que nos robaron, que Dios por su misericordia se lo perdone al no los dexó llevar al debido suplicio».
EL BARBERO Y DOROTEA CON CARDENIO Y DON QUIJOTE.
COMENTARIO.
Terminada la historia de Dorotea y abierta la esperanza del remedio de los desastres, tanto de Cardenio como de la misma Dorotea por intervención de la providencia: «pues siendo verdad, como creo que lo es , lo que aquí habéis contado, aun podrá ser que á entrambos nos tuviese el cielo guardado mejor suceso en nuestros desastres».Cardenio se ofrece a Dorotea y en el ofrecimiento de Cardenio a Dorotea, actúa y habla como si fuera D.Quijote, o un caballero andante, olvidado de si mismo para salir en defensa de una mujer menesterosa, «que yo os juro por la fe de caballero y de christiano», «y que quando con razones no le pudiere atraer á que conozca los que os debe, de usar entonces la libertad que me concede el ser caballero, y poder con justo título desafialle en razón de la sinrazon que os hace» y dejando al juicio de Dios los daños a él causados, Cardenio repite la frase que Don Quijote había utilizado.«Desafialle en razón de la sin razón que os hace».( Cf. en I, 1, 38) .
EL CONCILIO DE TRENTO Y LOS DUELOS.
El Concilio de Trento condenó los duelos con gravísimas penas: «Extermínese enteramentedel mundo cristiano la detestable costumbre de los desafíos, introducida por artificio del demoniopara lograr a un mismo tiempo que la muerte sangrienta de los cuerpos, la perdición de las almas…Los que entraren en el desafío, y los que se llaman sus padrinos, incurran en la pena de excomunión y de la pérdida de todos sus bienes, y en la de infamia perpetua, y deban ser castigados según los sagrados cánones, como homicidas; y si muriesen en el mismo desafío, carezcan perpetuamente de sepultura eclesiástica».
El tenor de la prohibición explica la difusión que los duelos tenían todavía en el siglo XVI, lentamente y por influjo del catolicismo cayeron en desuso.
A continuación el autor va con la entrada en escena de Sancho, a responder lo que en síntesisnos ha dado el título del capítulo.
Sancho no deja de mostrar su procupación porque su amo pierda las posibilidades de llegar a emperador, hasta el punto de que si Dulcinea no responde adecuadamente a sus demandas hasta la posibilidad de ser arzobispo está en peligro.
Por eso ve los cielos abiertos cuando se entera de quien es Dorotea, reiterándole al cura que no deje de pedirle a Don Quijote se case con la Princesa y así quedará solucionado de raíz el problema que últimamente tanto le precupa: «que vuestra merced le aconseje que se case luego con esta Princesa, y así quedará imposibilitado de recebir órdenes arzobispales».
Sancho ya expuso sus razones de por que no quiere que su amo llegue a Arzobispo ahora las ha resumido en una frase:«porque yo soy inútil para la Iglesia».
SANCHO SE VE YA COMO SEÑOR DE UN REINO.
Sancho presenta a Dorotea a D. Quijote como la gran princesa Nicomicona y le apremia susurrándoles al oído su grandeza para que le conceda el «don en blanco» que pide a lo que Don Quijote responde «que yo haré lo que soy obligado, y lo que me dicta mi conciencia, conforme a lo que profesado tengo» sin ningún tipo de acepción de personas.
Lea segura que con «la ayuda de Dios y la fuerza de su brazo» logrará su propósito, éste Don Quijote siempre muy seguro de si mismo, no deja por ello de contar con la ayuda de Dios, sin su cuidado y providencia todos sus esfuerzos serán vanos.
Y como si se fuera ya a poner manos a la obra dice: «vamos de aquí en el nombre de Dios á favorecer esta gran señora…», con una fórmula empleada en los libros de caballería al dar comienzo a una aventura, pero que no pierde por ello su sentido religioso.
El texto subrayado que sigue, referido a la venta de esclavos, descubre un hecho que Cervantes debía conocer bien. A primera vista parece que las palabras de Sancho son las de un loco hablando de miles de negros que podían ser vendidos, pero la realidad histórica pone de manifiesto su posibilidad y veracidad.
ESCLAVOS CARIBES EN HISPANO AMÉRICA.
Aunque en Hispanoamérica hubo esclavos indios (los Caribes), esta condición fue propia de los africanos. La moral de la época puso en duda la posibilidad de esclavizar a los indios, que fueron considerados libres, cosa que no ocurrió con los africanos.
En la mayor parte de las ciudades costeras españolas había esclavos negros. Es mas, la solución de importar negros en las Indias para liberar o aliviar el trabajo de los nativos fue sugerida por los mismos religiosos que luchaban en su favor.
Los negros fueron llevados a América de forma obligada. Se les cazaba como animales o se les compraba en los mercados esclavistas africanos, transportándoles luego al Nuevo Mundo donde eran vendidos.
Los primeros negros llegaron con los conquistadores y procedían de la Península, donde había unos cien mil. El tráfico empezó a operar a raíz de la transformación de la economía minera de La Española en agrícola, debido al cultivo de la caña.
La primera licencia conocida fue otorgada a Lorenzo de Gorrevod, en 1518, para transportar 4.000 negros a Santo Domingo. Luego hubo otras a los Welzer a la mujer de Diego Colón, etc. Más tarde se compraron a los esclavistas portugueses e ingleses. Finalmente, los portugueses lograron regularizar este negocio a partir de 1595, obteniendo licencias.
Desde 1595 y 1600 se llevaron a Hispanoamérica 25.338 esclavos. Durante los primeros 40 años del siglo XVII se mantuvo el asiento portugués, que introdujo otros 268.664.
La independencia de Portugal hizo disminuir luego el negocio negrero, que cayó en manos de algunos asentistas de menor consideración.
Entre 1663 y 1674 se introdujeron otros 18.917 esclavos. Naturalmente estos datos se refieren al tráfico legal, que algunos cifran en la mitad o un tercio del ilegal. En total, se supone que durante el siglo XVII entrarían en Hispanoamérica unos 400.000, que sumados a los 75.000 que Curtin da para el siglo XVI darían un total de casi medio millón para ambas centurias.
Los puertos a los que llegaba mayor número eran Cartagena, Veracruz, Buenos Aires, seguidos por los de otras zonas del Caribe: Cuba, Margarita, Santo Domingo, Puerto Rico y Venezuela.
Los esclavos procedían de diversos lugares de África (Guinea, Senegal y Congo sobre todo) y se les embarcaba en algunos puertos, reflejados en los gentilicios que se les daban (mandingas, congos, angolas, minas, etc.).
Se llevaban en las bodegas de los buques negreros y en condiciones inhumanas, muriendo en la travesía el 23% de ellos. Los supervivientes eran vendidos en
subasta y obligados a trabajar para sus amos en minas y plantaciones. Se ha asegurado que en la aclimatación (vida en esclavitud y adaptación a la nueva dieta) moría otro 25%.
Lo increíble es que este grupo sobreviviera a su circunstancia y se reprodujera (en algunos lugares fue realmente difícil), llegando a configurar los esclavos criollos, una tipología esencial en la nueva América.
Los datos sobre población negra existente en Hispanoamérica son aún más discutibles que los del tráfico. Se calcula que hacia 1570 había unos 40.000, y que serían ya 735.000 a mediados del siglo XVII.
Por esta época había ya muchos negros libres. Plantean un verdadero enigma, pues las posibilidades de salir de la condición de esclavo eran mínimas. Algunos lo lograban por que sus amos les entregaban la libertad cuando se veían a punto de morir, otros la compraban poco a poco, cultivando en su tiempo libre una pequeña parcela, que se les entregaba en la plantación, o robándole algo al amo cuando los arrendaba a otros españoles para algunos oficios.
Los más, lograban la libertad huyendo al monte y convirtiéndose allí en cimarrones o negros alzados. Se asociaban entre sí y formaban los llamados Palenques o repúblicas independientes, donde vivían con sus propias autoridades y sus leyes peculiares.
Desde los palenques asaltaban los caminos o haciendas próximas, constituyendo una verdadera pesadilla para las autoridades españolas de algunas gobernaciones (Cartagena, Panamá, Santa Marta), que enviaban periódicamente tropas contra ellos. Ante la imposibilidad de reducirles, terminaron por ofrecerles la libertad y tierras si accedían a radicarse en algún sitio, lo que hicieron en no pocos casos. La situación de estos libres en las ciudades era muy variable, y Le Riverend cita un caso de un libre habanero que tenía un corral de puercos, poseía un esclavo y tenía un indio asalariado. (cf. http:/ /www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/1534.htm).
En cuanto a la fundamentación de la esclavitud, en el mundo pagano, había sido defendida ni más ni menos que por Aristóteles y venía siendo prácticada en todos los países mediterráneos, sobre todo respecto a los prisioneros en las guerras a los que se perdonaba la vida.
El código de las Siete Partidas (1265), consideraba como causas de la esclavitud este derecho de guerra, el nacimiento y la autoventa. Para el sabio rey hay tres clases de hombres: «omes o son libres, o son siervos o aforrados a que se llaman en latín libertos».
La Iglesia no rechazó la existencia de la esclavitud, que era perfectamente aceptada por los teólogos del siglo XVI y, en general, por la sociedad del momento.
Tenía la justificación de su existencia en la propia Biblia, tanto en el Antiguo Testamento (libro del Levítico) en que se regulan los derechos de los siervos, como en el Nuevo Testamento; san Pablo pedirá a los «Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos en este mundo…», aunque también exigirá a los amos: «Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo». (Epistola a los Colosenses 3, 22 ss).
En el caso de los negros, la mentalidad medieval asociaba este color con el mal, con lo diabólico; muy gráficamente, a finales de siglo el Padre León, cuando describía los reclusos de la Cárcel Real de Sevilla, decía que «nunca faltan en las cárceles mozuelos de la piel del demonio…».No en vano, siempre se ha representado al Diablo como una bestia negra.
Por esta naturalidad con que se aceptaba la esclavitud en la época que tratamos, uno de los grupos mayoritarios de los «amos» era el eclesiástico.
Un grupo numeroso y con los ingresos suficientes para costearse no uno sino varios esclavos y esclavas. Así, por ejemplo, en este sentido las actas notariales de compraventa en la collación del Sagrario,manifiestan una acusada presencia
eclesiástica en el mercado esclavo (claro que esa parroquia era la de la Catedral y en su entornovivían abundantes clérigos).
(cf.http://www.personal.us.es/alporu/histsevilla/esclavos_sevilla.htm).
No resulta pues nada extraño el programa que Sancho tenía pensado «que se me da á mi que mis vasallos sean negros ¿habrá mas que cargar con ellos y traerlos á España, donde los podré vender, y adonde me los pagarán de contado, de cuyo dinero podré comprar algun Título, ó algun oficio con que vivir descansado todos los dias de mi vida?».
También el cura, como dice el texto «era un gran tracista», es decir con capacidad de montar trapacerías, y bromas.
Creo haber comentado ya como el conocimiento de la locura de Don Quijote y su especie permite a los personajes que le conocen bien darle «trazadas» las aventuras, entrando en elllas como si el mismo fuera el autor.
Uno de estos personajes «culpables» de la locura de Don Quijote es el cura.Don Quijote que ha dicho (cf. Nº32) que la voluntad humana no puede violentarse con bebedizos, sí parece creer en el poder taumatúrgico de los ensalmos, «y rogó al Cura que quando tuviese lugar le enseñase aquel ensalmo, que él entendía que su virtud á mas de pegar barbas se debia extender», calificando de milagro la acción del cura La creencia de Don Quijote es un reflejo de la creencia popular muy extendida en la época.
Aún en el cristianismo. El valor mágico y taumatúrgico de los santos o los seres sagrados viene dado por su valor religioso, (cf. Mircea Eliade, «El mito del eterno retorno»).
Es en este aspecto llamativa la posición de Pedro Ciruelo sobre las reliquias de los santos. Pedro Ciruelo no admite ningún género de remedios vanos y supersticiosos; sostiene que tales cosas para nada aprovechan ni son más que temeridad o concierto con el diablo, y lo único que aconseja es levantar a Dios los ojos y ponerse en manos de un buen médico, que sin nóminas y ensalmos, sino por vía natural, nos cure.
RELICARIO DE SANTA LEOCADIA.
Ni siquiera le parece bien la aplicación de las reliquias de los santos; y hoy mismo nos asombra que dejase pasar sus palabras sin correctivo, y en tantas ediciones, el Santo Oficio. «De cierto -escribe- sería cosa más devota y más provechosa que pusiesen las reliquias en las iglesias o en lugares honestos… Y esto por tres razones: La una es porque ya en este tiempo hay mucha duda y poca certidumbre de las reliquias de los santos, que muchas dellas no son verdaderas.
La otra razón es porque ya sean verdaderas reliquias, no es razón que ellas anden por ahí en casas y en otros lugares profanos. La tercera razón, porque los más de los que las traen tienen vana imaginación de poner esperanza en cosas muertas». (Fol. 45).
Don Quijote se extraña de ver al cura tan solo y sin los pertrechos junto con el barbero por aquel lugar tan solo y tan sin pertrechos este no sólo satisface su pregunta con una mentira sino que aprovecha para condenar la liberación de los galeotes por parte de Don Quijote , de un modo indirecto, calificando tal acción como propia de «algun hombre sin alma y sin conciencia…quiso defraudar la justicia, ir contra su Rey y Señor natural…».
Don Quijote, en esta ocasión, calla ante las acusaciones del cura, no teniendo el valor de descubrirse…El cura termina con una súplica de perdón a Dios para el autor de tal acción.
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elcuradellugar.