LA PROSTITUCIÓN EN EL QUIJOTE.
INTRODUCCIÓN.
El título del tema no siempre se adecúa al contenido del mismo, en este caso el lector juzgará acerca del que sele ha puesto al tema. Tema cuya estructura consistirá en poner algunos textos del Quijote en los que se hable de la prostitución comentarlos.
Como los textos del tema están tomados de una edición fácsimil del Quijote tendrán la ortografía y en algún caso vocablos propios de la época que no coinciden con los actuales advertencia que es necesario tener en cuenta. Dicho esto comenzamos.
1.-TEXTO . EXISTENCIA Y DENOMINACIÓN DE LAS PROSTITUTAS.
Vió no de léxos del camino por donde iba una venta que fué como si viera una estrella que á los portales , si no á los alcazares de su redención le encaminaban. Dióse priesa á caminar, y llegó á ella á tiempo que anochecía.
Estaban acaso á la puerta dos mugeres mozas, destas que llaman del partido, las quales iban á Sevilla con unos arrieros, que en la venta aquella noche acertáron á hacer jornada…que a él le parecieron doncellas…las quales como vieron venir un hombre de aquella suerte armado…
Llenas de miedo se iban á entrar en la venta: pero Don Quixote, coligiendo por su huida su miedo, alzándose la visera de papelon y descubriendo su seco y polvoroso rostro, con gentil talante y voz reposada les dixo:
Non fuyan las vuestras mercedes, nin teman desaguisado alguno, ca á la orden de caballería que profeso non toca ni atañe facerle á ninguno... Las mozas que no estaban hechas á oir semejantes retóricas, no respondian palabra, solo le preguntaron si quería comer alguna cosa…( Cap2. Part.I)
COMENTARIO.
Las mujeres mozas «que llaman del partido», eran prostitutas. El contraste, tan típico de Cervantes en toda la obra, aparece aquí bien claro. Alcázar-Venta. Redención-Prostitutas.
En su estudio sobre la mujer sevillana durante los siglos XVI y XVII, la
historiadora norteamericana Mary Elizabeth Perry resalta la importancia social de las prostitutas y la tolerancia de éstas durante siglos en su sociedad como «un mal menor» ya que, sin su presencia, se pensaba que muchos hombres pondrían sus energías en la seducción de mujeres honradas, en el incesto, la homosexualidad o el adulterio.
Esta era la doctrina cristiana que se fue elaborando desde el siglo XIII en torno a la sexualidad y a la prostitución, considerada pecaminosa pero necesaria,y en determinados barrios de la ciudad, a extramuros.
LA MANCEBÍA.
La política era de tolerancia pero de segregación en lugares concretos; estos lugares eran las llamadas mancebías, que se institucionalizaron para acoger y controlar a las mujeres públicas, es decir, a aquellas mujeres definidas en las Partidas de Alfonso X como mujeres «que están en la putería e se dan a todos cuantos a ellas vienen».
Eran mujeres «que ganaban por las tavernas e bodegones e otras partes», acompañadas de rufianes y gente de mal vivir, cuya presencia era poco ejemplarizante para las mujeres honestas y desestabilizaba la tranquilidad del vecindario por los escándalos, riñas y robos que con frecuencia se producían.
Pero no olvidemos que la mancebía, era mucho más que el lugar habitual de prostitución; era el único espacio legal para ejercerla, casi una institución municipal, con sus propias Ordenanzas y una Comisión de munícipes supervisores. Los poderes públicos pretenden confinar la prostitución a un espacio claramente acotado y alejado, teóricamente, de las zonas centrales de la ciudad.
Esta preocupación por aislar el comercio carnal venía desde el siglo XIV, el Ordenamiento de 1337, (Alfonso XI). Luego las ordenanzas de Juan II en 1411. El 24 de julio de 1416 es cuando el Ayuntamiento ordenó cercar la Mancebía en su totalidad. A pesar de ello, el padrón de 1487 demuestra que numerosas prostitutas residían en Sevilla fuera del Compás de la Laguna, una situación que fue inherente a lo largo de la vida de la mancebía.
A finales de siglo, la presión del jesuita padre León consiguió hacer cumplir las ordenanzas de 1553 en el sentido de que estuviera cerrada la mancebía los domingos y días festivos.
Sobre el número de meretrices, realmente no hay datos fidedignos. Algunas referencias nos indican que fueron bastantes para aquella población. El viajero alemán Diego Cuelbis fijaba en 30 ó 40 el número de mujeres desvergonzadas que vivían en la putería.
El padre Pedro León, que intentaba redimirlas, dice que tenía unas 120 mujeres arrepentidas en centros de redención (Casa Pía y Casas de Arrepentidas), que eran una pequeña parte. Realmente podía haber una centena de mujeres en la mancebía, pero no era éste el único lugar donde estaban.
El licenciado Porras de la Cámara estima en más de tres mil las cantoneras en las calles de Sevilla en 1600, aunque esta cifra pueda ser un poco exagerada.(Cf. « Ni espada rota ni mujer que trota: Mujer y desorden social en la Sevilla del Siglo de Oro», Mary Elizabeth Perry. Drakontos Crítica, Barcelona 1993).
Las mozas que no estaban hechas a oír semejantes retóricas, no respondían palabra, sólo le preguntaron si quería comer alguna cosa. «Qualquiera yantaría yo, respondió Don Quixote, porque á lo que entiendo me haría mucho al caso». «A dicha acertó a ser viernes aquel día , y no había en toda la venta sino unas raciones de un pescado, que en Castilla llaman abadejo, y en Andalucía bacallao, en otras partes curadillo, y en otras truchuela…».
2.-TEXTO. EN BUSCA DE DULCINEA EN EL TOBOSO.EL CIERRE DE LAS MANCEBÍAS.
» Media noche era por filo, poco mas á ménos , quando Don Quixote y Sancho dexáron el monte, y entráron en el Toboso…De quando en quando rebuznaba un jumento, gruñian puercos, mayaban gatos, cuyas voces de diferentes sonidos se aumentaban con el silencio de la noche: todo lo qual tuvo el enamorado caballero á mal agüero, pero con todo esto, dixo á Sancho: Sancho hijo, guia al Palacio de Dulcinea: quiza podrá ser que la hallemos despierta…
Señor,dixo Sancho, ya que vuestra merced quiere, á pesar mío, que sea Alcázar la casa de mi Señora Dulcinea, ¿es hora esta por ventura de hallar la puerta abierta? …¿vamos por dicha á llamar á la casa de nuestras mancebas, como hacen los abarraganados, que llegan y llaman y entran á qualquier hora, por tarde que sea?( Cap. 9. Part. II).
COMENTARIO.
Para el tema de las mancebías de las que acabamos de hablar completamos lo dicho con la información sobre su prohibición: una Real Pragmática de febrero de 1623 ordenó el cierre de todas las mancebías del reino, y acabó con la posibilidad de que se pudieran abrir burdeles municipales.
¿ Qué ocurrió para que después de casi 300 años de funcionamiento y admisión de las mismas por la monarquia y la Iglesia, como un mal menor, se llegara a su total prohibición ? Varios fueron los factores, uno de ellos sin duda, la campaña de moralización derivada de las enseñanas del concilio de Trento emprendida por Felipe IV y encabezada y hábilmente dirigida por la Compañía de Jesús.
3.-TEXTO.UNA GENTIL MOZA ASTURIANA
Tenía el ventero por muger á una, no de la condición que suelen tener las de semejante trato, porque naturalmente era caritativa, y se dolía de las calamidades de sus próximos: y así acudió luego á curar á Don Quixote, y hizo que una hija suya doncella, muchacha y de buen parecer, le ayudase á curar á su huésped… Servía en la venta asimismo una moza asturiana, ancha de cara, llana de cogote,de nariz roma, del un ojo tuerta, y del otrono muy sana:…Esta gentil moza pues ayudó á la doncella, y las dos hiciéron una muy mala cama á Don Quixote en un camaranchon …en el qual tambien alojaba un arriero, que tenia su cama hecha un poco mas allá de la de nuestro Don Quixote…la asturiana Maritornes curó á Sancho que no menos lo había menester que su amo.
Había el arriero concertado con ella, que aquella noche se refocilaran juntos, y ella le habia dado palabra de que en estando sosegados los huéspedes, y durmiendo sus amos le iría á buscar, y satisfacerle el gusto en quanto le mandase. Y cuéntase de esta buena moza, que jamas dió semejantes palabras que no las cumpliese, aunque las diese en un monte y sin testigo alguno, porque presumía muy de hidalga, y no tenía por afrenta estar en aquel exercicio de servir en la venta: porque decia ella, que desgracias y malos sucesos la habían traido á aquel estado».( Cap.16.Parte I)
COMENTARIO.
Esta es la segunda venta a la que llegan D. Quijote y Sancho, también en este caso D. Quijote «imagina ser castillo».
La descripción que de la mujer del ventero hace el narrador no puede ser mejor, «Tenía el ventero por muger á una, no de la condición que suelen tener la de semejante trato, porque naturalmente era caritativa, y se dolía de las calamidades de sus próximos: y así acudió luego á curar á Don Quixote», tal comportamiento en una ventera lo que el autor considera una excepción.
Es significativo que la buena calificación que el narrador da a la esposa del ventero no sea en este caso por su honestidad, que es la virtud que en la obra se señala como la que más engrandece a la mujer, (Cf. Nºs 20 y 54) sino la de la caridad y el saberse compadecer de las dolencias del prójimo. Aunque esta condición no se debía a su virtud pues era naturalmente caritativa.
ROCINANTE QUE ERA ROCÍN ANTES.
El texto anuncia que en esta segunda venta puede suceder una aventura erótica. Este acontecimiento erótico vendría después del acaecido con Rocinante y las yeguas de los yangüeses, en el cap.15 sucedió pues que á Rocinante le vino en deseo de refocilarse con las señoras facas.
En ésta era Maritormes, la que ejercía como las del partido (Cf. Nº 2) que encontramos en la primera venta, camino de Sevilla. Lo que corrobora lo allí dicho de lo extendida que estaba la prostitución, de su permisividad y de la doctrina «del mal menor» que la justificaba, y no sólo en las mancebías; las ventas y otros lugares, eran asimismo, sitios de tales encuentros.
En este caso «Había el arriero concertado con ella, que aquella noche se refocilaran juntos». De ella dice el narrador que «no tenía por afrenta estar en aquel exercicio de servir en la venta: porque decia ella, que desgracias y malos sucesos la habían traido á aquel estado».
¿ QUIÉN CONSUELA A QUIÉN ?
El arriero y Maritormes no pudieron refocilarse, como Eocinantes con las yeguas, porque D. Quijote echado en su cama, estando en vigilia al ver llegar a la sigilosa Maritornes, pensó que era la hija del ventero, que de él enamorada, venía a echarse en sus brazos; él la abrazó, la llenó de requiebros, aunque disculpándose de no poderla satisfacer por la fidelidad que le debía a su dama. El arriero que se dio cuenta que le estaban sujetando a la que en su busca venía, se arrojó sobre Don Quijote le dio de puñetazos, le pataleó las costillas dejándolo medio muerto. También en este caso Sancho terminaría aporreado.
4.- TEXTO. UNA QUE PERDIÓ LO QUE TENIA GUARDADO MÁS DE 23 AÑOS.
…Luego acabado este pleito, entró en el juzgado una mujer fuertemente asida de un hombre, vestido de ganadero rico, la qual venía dando grandes voces, diciendo, justicia , señor Gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra la iré á buscar al cielo.
Señor Gobernador de mi ánima, este mal hombre me ha cogido en la mitad dese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo…y desdichada de mi me ha llevado lo que yo tenía guardado mas de veinte y tres años...para que este hombre llegase ahora con sus manos limpias á monosearme.
Aun eso está por averiguar, si tiene limpias, ó no las manos este galan, dixo Sancho, y volviéndose al hombre, le dixo que dexia,…
Respondió: señores , yo soy un pobre ganadero de ganado de cerda, y esta mañana salía del Lugar de vender, con perdón sea dicho, quatro puercos…, topé en el camino á esta buena dueña, y el diablo que todo lo añasca, y todo lo cuece, hizo que yogásemos juntos, paguele lo soficiente y ella mal contenta asió de mí...
Entonces el Gobernador, le preguntó si traia consigo algun dinero en plata: el dixo, que hasta veinte ducados tenia en el seno de una bolsa de cuero.
Mandó que la sacase y se la entregase a la muger…tomóla la muger y haciendo mil zalemas á todos, rogando á Dios por la vida y salud del Gobernador…salió del juzgado…
Apénas salió, Sancho dixo al ganadero… id tras aquella muger, y quitadle la bolsa… y de allí á poco volvieron el hombre y la muger, mas asidos y aferrados que la vez primera: ella la saya levantada , y en el regazo puesta la bolsa, y el hombre pugnando por quitársela, mas no era posible, segun la muger la defendia, la qual daba voces, diciendo : justicia de Dios y del mundo, mire vuesa merced, señor Gobernador, la poca verguenza, y el poco temor deste desalmado que en mitad del poblado… me ha querido quitar la bolsa…
¿ Y haosla quitado? preguntó el Gobernador. ¿ Como quitar? dixo la muger, antes me dexara yo quitar la vida… Ella tiene razón, dixo el hombre, y yo me doy por rendido y sin fuerza, pues las mias no son batantes para quitársela; y dexola.
Entonces el Gobernador dixo á la muger: mostrad honrada y valiente esa bolsa: ella se la dió luego, y el Gobernador se la volvió al hombre, y dixo á la esforzada, y no forzada: hermana mia, si el mismo aliento, y valor que habeis mostrado para defender la bolsa, le mostrárades…. para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza: andad con Dios, y mucho de enhoramala…
Y el Gobernador dixo al hombre, andad con Dios á vuestro Lugar con vuestro dinero, y de aquí adelante , si no le quereis perder, procurad que no os venga en volutad de yogar con nadie.»( Cap. 45, Parte II).
COMENTARIO.
La protagonista de la narración bien pudiera ser una postituta,y por lo que se deduce del texto bien joven, aunque las relaciones extramaritales no eran nada infrecuentes el desorden moral y malas costumbres existentes en la época, alcanzaba a todos los estamentos de la sociedad, por lo que el caso sometido al juicio de Sancho, a pesar de su comicidad, entraba dentro de lo posible.
Dos de los casos sometidos al juicio de Sancho están relacionados con el sexto y septimo manda- mientos de la ley de Dios, con relación a los cuales corria un dicho en la época: « si en el sexto no hay perdón ni en el septimo rebaxa, ya puede Dios ir llenando el cielo de paxa»
También nos hemos referido a la existencia de la prostitución aceptada como «mal menor» aun por la iglesia y los espíritus moralmente más estrictos, se ha hecho también referencia a la existencia de las mancebías, así como a la existencia de la prostitución en general, ppr lo que no hay ya nada más que comentar.
5.-TEXTO. DE DON QUIXOTE A SANCHO GOBERNADOR.
Visita las cárceles, las carnecerias y las plazas, que la presencia del Gobernador en lugares tales, es de mucha importancia.
Consuela á los presos que esperan la brevedad de su despacho.
Sé coco á los carniceros, que por entonces igualan pesos, y sé espantajo á las placenteras por la misma razón.
No te muestres ( aunque por ventura lo seas, lo qual yo no creo) codicioso, mugeriego, ni glotón porque sabiendo el pueblo y los que te tratan tu inclinación determinada, por allí te darán bateria, hasta derribarte en el profundo de la perdición.( Cap. 51. Parte II.)
COMENTARIO.
El texto hace referencia a la carta que Don Quijote escribe a Sancho cuando está en el gobierno de la Ínsula en ella le da una serie de consejos, muchos de los cuales pueden estar tomados de Tratados sobre la gobernación de los pueblos a los principes, pero en cualquier caso, no faltan consejos muy concretos que nos muestran las necesidades y carencias de la época, como «procurar la abundancia de los mantenimientos», pues uno de los mayores problemas que tenían las ciudades era la de su abastecimiento de los alimentos de primera necesidad; a su vez:
»Visita las cárceles, las carnecerias y las plazas», tres lugares donde se solían cometer grandes abusos, las cárceles por lo general y, con excepción de las de la Inquisición, eran lugares donde se hazinaban los delicuentes,en condiciones donde la higiene brillaba por su ausencia.
»Consuela a los presos que esperan la brevedad de su despacho»
Las carnicerías, porque en ellas se solían hacer trampas en los pesos, así como en los precios y calidad de las carnes ofrecidas y en general las plazas, los mercados y plazas públicas donde se vendian toda clase de viandas y artículos, y en éstas: «sé espantajo á las placenteras por la misma razón», mujeres prostitutas que atendían a los clientes en los puestos con total desvergüenza.
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