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CAPITULO L .DE LAS DISCRETAS ALTERCACIONES QUE DON QUIXOTE Y EL CANÓNIGO TUVIÉRON CON OTROS SUCESOS.

 1.-NUMERO 82.

2.-LOCALIZACIÓN. Cap. 50.Parte I. Pág. 315. T.II

3.-TEXTO.

4.-COMENTARIO.

 

3.- TEXTO.

              «Bueno está eso, respondió Don Quixote: los libros que están impresos con licencia de los Reyes, y con aprobación de aquellos á quien se remitieron, y que con gusto general son leidos y celebrados de los grandes y de los chicos, de los pobres y de los ricos, de los letrados é ignorantes, de los plebeyos y caballeros , finalmente, de todo género de personas de qualquier estado y condicion que sean, ¿habían de ser mentira, y mas llevando tanta apariencia de verdad, pues nos cuentan el padre, la madre, la patria, los parientes, la edad, el lugar y las hazañas, punto por punto y dia por dia, que el tal caballero hizo, ó caballeros hicieron?

            Calle vuestra merced, no diga tal blasfemia, y créame que le aconsejo en esto lo que debe de hacer como discreto, sino léalos y verá el gusto que recibe de su leyenda.        

        Si no dígame ¿hay mayor contento que ver, como si dixésemos, aquí ahora se muestra delante de nosotros un gran lago de pez hirviendo á borbollones…y que del medio del lago sale una voz tristísima, que dice: tu caballero…arrójate en mitad de su negro y encendido licor…y aun sin despojarse de la pesadumbre de sus fuertes armas, encomendándose á Dios, y á su Señora, se arroja en mitad del bullente lago, y quando menos se cata, ni sabe donde ha de parar, se halla entre unos floridos campos, con quien los Elíseos no tienen que ver ninguna cosa?…

 EL AMADÍS DE GAULA.

           Y vuestra merced créame y, como otra vez le he dicho, lea estos libros, y verá cómo le destierran la melancolía que tuviere y le mejoran la condición, si acaso la tiene mala.

          De mí sé decir que despues  que soy caballero andante soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortes, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos ; y aunque ha tan poco que me vi encerrado en una jaula como loco, pienso, por el valor de mi brazo, favoreciéndome el Cielo, y no me siendo contraria la fortuna, en pocos días verme Rey de algun Reyno, adonde pueda mostrar el agradecimiento y liberalidad que mi pecho encierra: que mia fe, señor, el pobre está inhabilitado de poder mostrar la virtud de liberalidad con ninguno, aunque en sumo grado la posea, y el agradecimiento que solo consiste en el deseo es cosa muerta, como es muerta la fe sin obras .

            Por esto querría que la fortuna me ofreciese presto alguna ocasión donde me hiciese Emperador, por mostrar mi pecho haciendo bien á mis amigos, especialmente á este pobre de Sancho Panza, mi escudero, que es el mejor hombre del mundo, y querria darle un Condado que le tengo muchos días ha prometido: sino que temo que no ha de tener habilidad para gobernar su estado.

            Trabaje vuestra merced, señor Don Quixote, dixo Sancho, en darme ese condado tan prometido de vuestra merced como de mí esperado, que yo le prometo que no me falte á mí habilidad para gobernarle..

            Eso, hermano Sancho, dixo el Canónigo…y así suele Dios ayudar al buen deseo del simple, como desfavorecer al malo del discreto.

             No sé esas filosofias, respondió Sancho Panza,mas solo sé, que tan pronto tuviese yo el Condado, como sabría regirle…acabóse y el Estado venga y á Dios y veámonos, como dixo un ciego a otro…

            Ya en esto volvían los criados del canónigo que a la venta habían ido por la acémila del repuesto, y haciendo mesa de una alhombra y de la verde yerba del prado, á la sombra de unos árboles se sentaron, y comieron allí.

Y estando comiendo, á deshora oyeron un recio estruendo y un son de esquila que por entre unas zarzas y espesas matas que allí junto estaban sonaba, y al mesmo instante vieron salir de entre aquellas malezas una hermosa cabra, toda la piel manchada de negro, blanco y pardo con ella venía un cabrero dándole voces y diciéndole palabras a su uso, para que se detuviese ó al rebaño volviese.

            Llegó el cabrero y, asiéndola de los cuernos, como si fuera capaz de discurso y entendimiento le dixo: Mas que puede ser sino que sois hembra, y no podeis estar sosegada, que mal haya vuestra condición, y la de todas aquellas á quien imitais…».

4.-COMENTARIO.

          Cervantes conoce bien el proceso a seguir hasta la publicación del libro: licencia, aprobación y lectura de un público que abarca todas las clases sociales.

            Este argumento de la publicación con Licencia real ya lo utilizó el ventero en su disputa sobre la verdad de las historias de los libros de caballería (cf. Nº.- ).

            Don Quijote hace depender de la ayuda de Dios la conquista del reino y también de la fortuna.

            En el tema de la fortuna se mueve el autor de una forma fluctuante, unas veces habla de la fortuna con claro sentido pagano, como en este caso, pues de otro modo no hubiera dicho previamente que con la ayuda del Cielo, en otros casos niega la existencia de tal fortuna, identificándola con la providencia divina: «Lo que te sé decir es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que en él suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por particular providencia de los cielos». (cf. Nº. 183).

            Don Quijote desea alcanzar el reino para mostrar la virtud de la liberalidad, porque no con palabras, ni con buenos deseos se muestran las virtudes sino con las obras, y cita el texto dela epistola de Santiago: «La fe sin obras está muerta, muéstrame las obras y te diré cual es tu fe». (Santiago 2,17).

            Lo más interesante de la discusión entre Don Quijote y el Canónigo es que vuelve a estar en juego el concepto de verdad, pero en este caso el de la verdad de la historia, tomada en su sentido estricto.

    HERODOTO DE ALICARNASO.

        Tanto el canónigo como Don Quijote parten de un mismo concepto de la historia, el concepto clásico de la misma inaugurado por Herodoto: llevar a cabo una labor de cronista, acerca de las causas de las Guerras Médicas, que enfrentaron a griegos y persas (medos).

            Todavía Heródoto no se distancia totalmente de los relatos tradicionales y encuentra una cierta verosimilitud en las leyendas sobre el origen de la Guerra de Troya, mezclando muchos otros relatos míticos con su labor historiográfica.

            Su Proemio reincide en la novedad abierta por Hesíodo al reivindicar su autoría del relato: «Ésta es la exposición del resultado de las investigaciones de Heródoto de Halicarnaso para evitar que, con el tiempo , los hechos humanos queden en el olvido y que las notables y singulares empresas realizadas, respectivamente, por griegos bárbaros -y, en especial, el motivo de su mútuo enfrentamiento- queden sin realce».

 Don Quijote se esfuerza por demostrar que los Libros de Caballería son narraciones de hechos que sucedieron tal como son narrados en los mismos, estando dotados de verdad, y lo hace acudiendo a diversos argumentos:

– Están publicados con licencia real.

– Leídos con gusto por la masa social.

– Los hechos narrados tienen verosimilitud y se aportan en ellos detalles de su verdad: nombres de personas, lugares, etc.

– Los frutos morales que produce su lectura son positivos tal como ha comprobado en sí mismo.

            El canónigo parte del mismo concepto de historia como narración de hechos ocurridos, de los que el narrador no hace sino una labor de cronista, pero afirma que los Libros de Caballería no pueden ser catalogados entre los libros históricos , alegando que los hechos narrados son inverosimiles, increíbles e infundamentados, siendo en consecuencia mentirosos y falsos.

            La diferente conclusión a la que llegan ambos no nace, pues, del concepto de historia, sino del distinto concepto de verdad de que parten.

             La verdad para Don Quijote es la conformidad de la cosa con el entendimiento: conformatio inter rem et intelectum, es pues un concepto idealista de la verdad.

        Para el canónigo la verdad es la conformidad inter intellectum et rem. Se trata de un concepto realista de la verdad.

            En el primer caso la visión que tiene el sujeto configura la realidad, en el segundo, la realidad es la que configura la visión del objeto. Como dijimos anteriormente, Cervantes parte de este último concepto de verdad, (cf. Nº 74), de ahí la locura de Don Quijote, que da vida y concede realidad a sus visiones de la realidad, que él mismo crea y configura.

            Esto no obsta a que Cervantes llame historia a determinadas narraciones que tienen apariencia de verdad, pues en ese caso serían verdaderas historias pero no historias verdaderas.

            Muchos varones sensatos reaccionaron contra los Libros de Caballerías. Luis Vives (lib. II, De corruptis disciplinis), Alejo Vanegas (Ortografía, parte II, cap. III) Diego Gracián (prólogo de la traducción de Jenofonte), Melchor Cano (lib. XI, De locis theologicis, cap.VI), Fray Luis de Granada (Símbolo de la Fe, Parte II, cap. XVII) y Benito Arias Montano (Rhetoric, lib. III, párrafo 43), entre otros sabios de menor nombre, , lamentándose alguno de ellos de que en España abundaba más esta peste que en otros reinos.

            El emperador don Carlos, en una ley del año 1543, mandaba a los virreyes,audiencias y gobernadores de Indias que no consintiesen imprimir, vender, tener ni llevar a sus distritos, proveyendo que ningún español ni indio los leyese en aquellos dominios (Recopilación de Leyes de Indias, lib. I, título XXIV, ley IV).

            La discusión se termina y con ello el capítulo no sin antes introducir el que será el tema del próximo capítulo, la historia que cuenta un cabrero que venía hablando con una de sus cabras, emitiendo un juicio sobre la mujer :

            Mas que puede ser sino que sois hembra, y no podeis estar sosegada, que mal haya vuestra condición, y la de todas aquellas á quien imitais…».

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elcuradel lugar.