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CAPITULO X. Donde se cuenta la industria que Sancho tuvo para encantar á la Señor Dulcinea, y de otros sucesos tan ridículos como verdaderos.

 1.-NÚMERO 98.

2.-LOCALIZACIÓN. Cap. 10. Parte II. págs 74-84 T.III.

3.-TEXTO.

4.-COMENTARIO.

LA VERDAD SIEMPRE ANDA SOBRE LA MENTIRA COMO EL ACEYTE SOBRE EL AGUA.

 3.-TEXTO.

 »Llegando el autor desta grande historia á contar lo que en este capítulo cuenta, dice que quisiera pasarle en silencio, temeroso de que no habia de ser creido, porque las locuras de Don Quixote llegaron aquí al término y raya de las mayores que pueden imaginarse,…

Finalmente, aunque con este miedo y rezelo las escribió de la misma manera que él las hizo, sin añadir, ni quitar á la historia un átomo de la verdad, sin dársele nada por las objeciones que podían ponerle de mentiroso: y tuvo razón, porque la verdad adelgaza y no quiebra , y siempre anda sobre la mentira, como el aceyte sobre el agua: y así, prosiguiendo su historia, dice que así como Don Quixote se emboscó en la floresta,…

EL PUEBLO DEL TOBOSO VISTO DESDE LA FLORESTA.

Mandó á Sancho volver á la ciudad y que no volviese á su presencia sin haber primero hablado de su parte á su Señora, pidiéndola fuese servida de dexarse ver de su cautivo caballero, y se dignase de echarle su bendición…

Yo iré y volveré presto,dixo Sancho, y ensanche vuestra merced, señor mío, ese corazoncillo,…Dígolo porque si esta noche no hallamos los Palacios ó Alcázares de mi Señora, agora que es de dia los pienso hallar, quando ménos lo piense, y hallados, déxenme á mí con ella.

Por cierto, Sancho, dixo Don Quixote, que siempre traes tus refranes tan á pelo de lo que tratamos, quanto me dé Dios mejor ventura en lo que deseo.

Esto dicho, volvió Sancho las espaldas, y vareó su rucio …y viendo que Don Quixote ya no se veía, se apeó del jumento, y sentándose al pie de un árbol, comenzó á hablar consigo mesmo, y a decirse: sepamos agora, Sancho hermano, adonde va vuesa merced…

Voy á buscar, como quien no dice nada, á una Princesa, y en ella al sol de la hermosura, y á todo el cielo junto…

Vive Dios que si os huele, que os mando mala ventura. Oxte, puto, allá darás rayo, no sino ándeme yo buscando tres pies al gato por el gusto ageno, y mas, que así será buscar á Dulcinea por el Toboso como á Marica por Ravena ó al Bachiller en Salamanca: el diablo, el diablo me ha metido á mí en esto, que otro no.

Este soliloquio pasó consigo Sancho, y lo que sacó dél fué, que volvió á decirse: ahora bien, todas las cosas tienen remedio, si no es la muerte , debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos, mal que nos pese, al acabar de la vida.

Este mi amo por mil señales he visto que es un loco de atar,… no será muy difícil hacerle creer que una labradora, la primera que me topare por aquí, es la Señora Dulcinea, y quando él no lo crea, juraré yo, y si él jurare, tornaré yo á jurar, y si porfiare, porfiaré yo más, y de manera que tengo de tener la mia siempre sobre el hito, venga lo que viniere...quizá pensará, como yo imagino, que algun mal encantador de estos que él dice que le quieren mal la habrá mudado la figura, por hacerle mal y daño…

Con esto que pensó Sancho Panza, quedó sosegado su espíritu,…y detúvose hasta la tarde, por dar lugar á que Don Quixote pensase que le habia tenido para ir y volver del Toboso, y sucedióle todo tan bien, que quando se levanto para subir en el rucio, vió que del Toboso hácia donde él estaba venian tres labradoras sobre tres pollinos ó pollinas…así como Sancho vió á las labradoras, á paso tirado volvió á buscar á Don Quixote, como le vió Don Quixote le dixo,…buenas nuevas traes.

Tan buenas, respondió Sancho, que no tiene mas que hacer vuestra merced, sino picar á Rocinante, y salir á lo raso á ver á la Señora Dulcinea del Toboso, que con otras dos doncellas suyas viene á ver á vuesa merced.

¡ Santo Dios! ¿ que es lo que dices Sancho amigo? dixo Don Quixote. Mira no me engañes , ni quieras con falsas alegrías alegrar mis verdaderas tristezas…Yo no veo, Sancho, dixo Don Quixote, sino á tres labradoras sobre tres borricos.

Agora me libre Dios del diablo, respondió Sancho, ¿ y es posible que tres hacaneas, o como se llaman, blancas como el campo de la nieve, le parezcan á vuesa merced borricos? Vive el Señor , que me pele estas barbas si tal fuese verdad»

4.-COMENTARIO.

El capítulo que nos ocupa es parco en alusiones religiosas y morales, por lo que podríamos pasarle en silencio atendiendo sólo a este aspecto. Sin embargo, es muy interesante dentro del conjunto de la obra y de modo particular en esta segunda parte.

Ya lo ha advertido el autor al iniciarlo, »que quisiera pasarle en silencio,» terminando por atenerse sin embargo a la « verdad» de la historia que como los metales, por mucho que se afinen y adelgacen, nunca quiebran.

El título y el texto nos cuenta la increible historia.

Entre el monólogo que mantiene Sancho se encuentra la exclamación »Oxte, puto»: «Aléjate, demonio» es un conjuro contra la mala suerte que hace Sancho, metido como está en un mal asunto, convencido que es el diablo quien le ha metido en él…

»Allá darás rayo» es la primera parte de un refrán que continúa en casa de Tamayo, o que no en mi sayo.

Sancho sale pronto de la perplejidad en que se encuentra, tras hallar la solución a su problema, «todas las cosas tienen remedio, si no es la muerte , debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos,» sólo la muerte no tiene remedio, recuerda en su soliloquio como eco de lo que ha escuchado a los predicadores .

El tema de la muerte es recurrente en la obra, signo de la seriedad con queCervantes lo afronta.

Asi como Sancho vio a las tres labradoras, volvió a donde se encontraba Don Quijote, avisándole que Dulcinea venia a su encuentro acompañado de dos doncellas.»

¡ Santo Dios! ¿ que es lo que dices, Sancho amigo?» dijo Don Quijote; tendió éste la vista por todo el camino del Toboso y como no vio más que a las tres labradoras, preguntó a Sancho si es que habia dejado a Dulcinea y sus damas fuera de la ciudad;

            Sancho le respondió, « no ve que son estas que aquí vienen, resplandecientes como el mismo sol á medio dia?»

Don Quijote es ahora quien contempla la realidad tal cual es, las aldeanas son aldeanas y las borricas borricas , pero Sancho apoyándose en la locura de su amo termina por convencerle que su visión es fruto de la trasformación que un encantador ha hecho con Dulcinea, convirtiéndola en una labradora fea y gorda mientras que él, Sancho, es quien contempla la realidad idealizada: como Reyna y Princesa y Duquesa de la hermosura. Sancho es Don Quijote y Don Quijote Sancho.

Tal trueque lo utilizará el autor de aquí en adelante en la mayor parte de las aventuras de esta segunda parte, no sólo sirviéndose de Sancho sino de otros personajes.

«Ahora me libre Dios del diablo» dice Sancho, confirmando el presentimiento que anteriormente había tenido: «el diablo el diablo me ha metido á mi en esto, que no otro» comprobando que su amo lo que ve son labradoras y borricos, y hace de un « vive el Señor» el primero de los juramentos que tenia previstos.

Pero la locura de Don Quijote es su aliada, no le va a ser difícil hacerle creer que Dulcinea está encantada y convertida en una labradora, él con sus juramentos, no tiene empacho en jurar en falso, y su porfía hace que su « verdad» se sobreponga a la de su amo.

Con este convencimiento, esta angustia y el anhelo de lograr el desencanto de su dama vivirá Don Quijote todas sus aventuras y desventuras de aquí en adelante: Dulcinea está encantada convertida en una baxa y fea labradora a quien además «le han quitado lo que es tan suyo, que es el buen olor, por andar siempre entre ámbares y flores.»

Con un « harto tenia que hacer el socarrón de Sancho en disimular la risa, oyendo las sandeces de su amo tan delicadamente engañado», termina el capítulo.

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